TORTOSA

TORTOSA. Población (INE)

TORTOSA- Pirámide de Población (INE)

TORTOSA. Bienes Inmuebles de Naturaleza Urbana y Uso Residencial 2014-2018 (catastro)

TORTOSA. DEUDA

TORTOSA. PARO


Son datos fríos, sin cocinar.

Información para la toma de decisiones.

Información para el conocimiento.


Tortosa es un término municipal de 218,49 km2 y la capital de la comarca del Bajo Ebro, situada en la provincia de Tarragona, sede episcopal e importante centro agrícola, comercial e industrial. Es cabeza de partido judicial y en la actualidad tienen su sede en ella buena parte de los servicios territoriales de la Generalidad de Cataluña en las Tierras del Ebro al configurarse su territorio como una veguería.

Los barrios más destacados de Tortosa son Ferrerías (en el margen derecho del río), Remolinos y San Jaime; el Rastre y Santa Clara, el centro de la ciudad; el barrio del Castell, situado entre la Catedral y el Castillo de la Zuda; el Ensanche y el Temple; y en las afueras el Grupo del Templo (antiguo Grupo 13 de enero), el Raval de la Llet y el de San Lázaro.

Barrios de Tortosa

Durante los 60′ y parte de los 70′ el término municipal de Tortosa era, con 424,3 km2, uno de los más grandes de Cataluña; con las segregaciones de Deltebre (1977), Camarles (1978), San Jaime (1978) y la Aldea (1983), su extensión ha disminuido considerablemente, aunque sigue siendo un municipio de dimensiones importantes, con 218,49 km2. Confronta a levante con los términos del Perelló y Camarles, al SE con la Aldea, al S con Amposta, Masdenverge y Santa Bárbara, a poniente con Roquetes y tramontana con Aldover y Tivenys.

Los principales núcleos, pueblos o caseríos, del término de Tortosa son la Raval de Jesús y los pueblos de Bítem, Campredó, los Reguers y Vinallop. Además, están los núcleos del Castillo de Mianes, la Font de Quinto, la Masada de Gassol, el Mas Aiuso y Santa Rosa de Lima. El municipio incluye, asimismo, los enclaves de la Balsa de los Gandules y de la Mola de Catí, los puertos de Beceite.

El amplio territorio de Tortosa comprende básicamente 2 grandes sectores notablemente diferenciados y con características propias bien distintas, con respecto tanto al modelado como la composición del terreno, la vegetación, los cultivos, etc. La 1ª zona que hay que señalar es el valle del Ebro, eje vertebrador de la comarca, y también del municipio, que atraviesa en dirección N-SE valle del Ebro, desde Aldover y Tivenys; es una amplia franja que se estrecha por la izquierda debido a la presencia del macizo de las Montañas de Cardó. La Cordillera Prelitoral es el 2º elemento definidor del municipio. Forman parte, a la izquierda del Ebro, las Montañas de Cardó y, a la derecha, los puertos de Beceite. La Cordillera Prelitoral entronca en estas con el Sistema Ibérico sin solución de continuidad, y esto hace que la dirección de los estratos varíe de un lugar a otro, si bien la más general es la del NE al SW.

Los puertos de Beceite, o los Puertos, forman el conjunto orográfico más importante y más alto de la región de Tortosa. Marcan una clara separación entre el valle del Ebro y las tierras del interior (Terra Alta y Matarraña al N y Baix Maestrat al S) y han sido el hito histórico de la confluencia de los reinos de Aragón y de Valencia y del Principado de Cataluña. Estos plegamientos suelen tener una dirección NE-SW. En cuanto a la vegetación, en los puertos de Beceite deben diferenciarse las 2 vertientes: mientras que el de levante es agreste, la umbría conserva una gran riqueza forestal, y también faunística.

La otra formación montañosa importante que accidentes el municipio de Tortosa es el macizo de las Montañas de Cardó, a la izquierda del Ebro. Rodeando a tramontana y levante la cubeta de Móra, el macizo de Cardó se prolonga a mediodía por varias sierras, algunas de las cuales están dentro del término, como la sierra de Collredó (381 m), en el extremo meridional. Un poco más al N, el límite municipal de Tortosa con Tivenys y el Perelló, termina la sierra del Boix, con el morral de Cabrafeixet. La parte de las Montañas de Cardó que queda dentro del término tiene varios accidentes: la punta de Montaspre, la colina de las Cuevas del Rayo, el Yunque (645 m), la colina del Alentar, la punta de los Estrechos, la mola Porquera, el Coll Ventós y la Faja Porquera. Litológicamente, se trata de rocas del Secundario, calizas, que dan lugar a un modelado roto por erosión química básicamente, con un relieve ondulado. Cabe señalar por su importancia estratégica el cuello del Alba (372 m), al E de la ciudad de Tortosa. La carena de este Bloque de Cardó hace de divisoria entre el Ebro y el mar. Hacia el río drenan el territorio los barrancos de la Buinaca, las Corralisses, las Cuevas, la Montserrada, los Estrechos, el Torrent y el Rastro. Desagüe en el mar el torrente de la Chapa, que en buena parte hace de terminal con el Perelló, al que vierten sus aguas los barrancos del Povet, de la galeazas y de las Barcella. Otros arroyos nacen los últimos estribaciones meridionales del macizo de Cardó y de la sierra de Collredó y se pierden entre los canales y las acequias de la llanura deltaica, como el torrente del Pixadors -con su afluente, el barranco del Rincón de la Ermitana -, límite en parte con el nuevo término de la Aldea, el del Puente Roto, etc.

Además de la base primaria que constituyen el Ebro y sus canales de riego, las aguas superficiales del municipio se distribuyen en una amplia red de barrancos y torrentes de régimen intermitente que aprovechan las aguas de las lluvias y desaguan en el río; aparte los mencionados anteriormente, hay que añadir por la derecha del Ebro los barrancos del Pinyolriu y de la Cervera. Cabe señalar el aprovechamiento de todas estas aguas y también de las fuentes que hay en el macizo de Els Ports,  mantiene en su uso y en la toponimia en la barriada de los Reguers, situada en la falda SE de los puertos. Las lluvias irregulares y el modelado calcáreo han hecho que el subsuelo sea rico en aguas, lo que ha hecho proliferar el número de norias y pozos en las áreas de secano. En otros casos, las mismas aguas de lluvia han sido aprovechadas mediante la construcción de cisternas en las casas de campo, los trozos de secano.

La posición central que Tortosa ocupa en el conjunto de las comarcas del Ebro la convierte en el centro geográfico de las comunicaciones de la zona; por ella han pasado las grandes vías de comunicación litoral. En cuanto a las comunicaciones terrestres, han adoptado una forma casi radial debido a la importancia que ha tenido tradicionalmente el puente de barcas. De la antigüedad del puente de barcas, situado en la Raval de la Cruz, en Ferreries, todo el mundo ha hablado. En cualquier caso, parece que el primer documento medieval escrito que habla de dicho puente es del 1241, y la primera noticia que se tiene de su arrendamiento es del 1389. Por este puente de barcas pasaron, hasta el comienzo del s XX, la vía principal que iba de Barcelona a Valencia y permitía tomar el camino que iba por la derecha del río en Gandesa y Aragón, lo que llevaba a Mas de Barberans y la Sénia, el de Amposta para Vinallop, etc. Fue de peaje hasta la década de 1860 para todas aquellas personas que no eran de Tortosa o de algún otro pueblo (como Xerta) que tenía a su cargo el mantenimiento de una de las barcas. El puente de barcas no era más que una plataforma de madera con barandillas que se sostenía sobre 11 barcas (que más tarde se redujeron a 10 y finalmente 9).

Hubo que esperar a que un incendio, el 4.7.1892, destruyera el puente de barcas para que se movilizaran las autoridades a fin de conseguir uno de moderno. Pero cuando la construcción de este esperado puente, que estaba a cargo del estado, ya se había adjudicado (abril de 1893) en La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona y las obras ya se habían iniciado (enero de 1894) , un grupo de personas adineradas contrató (mayo de 1894), también con la Maquinista, la construcción de otro puente en el mismo lugar donde había estado el de barcas. Este puente nuevo fue conocido en un primer momento por puente de los Mudos, nombre que se le dio, según las crónicas de la época, para que sus promotores «hacían los trabajos muy calladitos». Inaugurado el 8.6.1895 y era de peaje, con lo cual los que habían puesto el capital para su construcción hacían de una necesidad de la ciudad una fuente de ingresos privada. Se ha dicho que muy probablemente hicieron valer sus influencias para retrasar la construcción del puente del Estado, ya que, incomprensiblemente, este todavía tardó muchos años en ser terminado y en pasaron más aún hasta que no se le construyeron las rampas de acceso. En 1900 el ayuntamiento hizo construir unas escaleras de madera para que pudiera al menos ser utilizado por los peatones. Finalmente, en 1911 se construyeron las rampas de acceso.

Otra obra importante para la ciudad y para favorecer su desarrollo económico fue la construcción del ferrocarril. Durante todo el decenio de los 60′ del s XIX se desencadenó una lucha política para conseguir que pasara por Tortosa el tren de Barcelona a Valencia, que en el proyecto inicial estaba previsto que pasara por Amposta. El ferrocarril llegó a Tortosa en 1867 y el puente del tren sobre el Ebro se acabó el año siguiente. El evento fue importante porque a partir de entonces la ciudad ha estado mucho mejor comunicada con Barcelona y con Valencia, ya que antes se tenían que utilizar galeras y diligencias durante unas 20 horas de trayecto. Esta mejora en las comunicaciones favoreció el comercio de la ciudad, y sus pequeñas industrias. En cambio, el ferrocarril contribuyó a arruinar la marina tortosina, que todavía estaba activa; hasta entonces algunos vapores hacían el viaje a Barcelona y había más de un centenar de barcos. Durante el periodo 1942-69 la línea de Barcelona a Valencia comunicaba con Zaragoza por la llamada línea de Val de Zafán, que pasaba por Alcañiz y La Puebla de Híjar y fue clausurada en 1973 (actualmente el trazado de la línea ferroviaria se ha convertido en Vía Verde). En 1997 se puso en marcha el tramo ferroviario entre la Aldea y Freginals, llamado el corredor del Mediterráneo, del que sale un ramal hacia Tortosa.

1899 TORTOSA. Croquis del terreno y situación del trazado de los ferro-carriles de Alcañíz á Sn. Carlos y á Tarragona / el arquitecto mpal. Juan Abril. – Tortosa 12 octubre 1899

Desde 1885 hasta 1927 el enlace con Roquetes y la Raval de Jesús se hacía con los tranvías que llegaban hasta la cabeza de puente de la orilla derecha del río. En 1910 empezaron a funcionar las primeras líneas regulares de autobuses, que fueron las de Alcañiz y la Sénia. A partir de esta fecha la red de los coches de línea se extendió a una buena parte de los pueblos de los alrededores.

Hoy, la red viaria de Tortosa se limita a las vías terrestres, dado que el eje fluvial no es utilizado como una vía de comunicación en ninguna dirección, por lo que los desplazamientos se efectúan por carretera y ferrocarril. En cuanto al primer medio, Tortosa es lugar obligado de paso de carreteras diversas. Hasta el 1988, que no fue favorecida por el trazado de las dos vías principales de comunicación con el exterior (la AP-7 y la N-340), Tortosa era, sin embargo, un paso ineludible para todos los barrios y pueblos situados en el N y el NO de la ciudad. Todos los vehículos confluían en el llamado puente del Estado, lo que lo convertía en un punto de excesiva densidad de tráfico. Es por ello que se proyectó un puente nuevo al S de la ciudad. En 1983 se puso la primera piedra y en 1988 fue inaugurado junto con el tramo del eje viario del Ebro que ya había sido reformado (de Tortosa en Xerta). El puente, llamado puente del Milenio, tiene 384 m de largo por 17,2 m de anchura, lo que lo convierte en el más grande de Cataluña, y conecta el eje viario del Ebro (C-12) con la C-42, que une la zona con la AP-7 y la N-340.

1915 TORTOSA. Partit judicial de Tortosa

Pero el trazado que más ha variado ha sido el de las vías que unen la ciudad con Tarragona y Barcelona, ​​ya que el antiguo camino del Perelló había sido abandonado con la construcción de la carretera a la Aldea, que enlazaba con la carretera de la Venta Nueva en Vinaròs por la Aldea y Amposta. Esto ha hecho que Tortosa se haya convertido en un callejón sin salida, porque las vías más importantes han seguido un recorrido más rectilíneo por la costa y han abandonado el paso por la ciudad.

1916 TORTOSA (IGN)

En cuanto a la navegación fluvial, los primeros pobladores que habitaban la primitiva Tortosa empleaban el río como vía de comunicación, como también lo hicieron, después, romanos, árabes y cristianos. Esto, y el hecho de que Tortosa fue hasta tiempos muy recientes puerto de mar, supone una de las hipótesis más sólidas en cuanto al origen de la ciudad y su importancia a lo largo de la historia: el dominio del río y la salida a la mar. El dominio del río permitía a la ciudad mantener una numerosa flota de pequeñas embarcaciones fluviales, cientos de marineros que las tripulaban y unas activas astilleros. Permitía, además, de controlar el comercio, desarrollar su actividad a los mercaderes de la ciudad y dar trabajo a muchos gremios y además de requisar trigo en momentos de penuria. La salida al mar favorecía la exportación de los productos de la ciudad y la reexportación de productos foráneos por todo el Mediterráneo occidental, por lo que se convirtió en un punto de escala para otras embarcaciones y lugar de negocios, pero sin poder competir con el ferrocarril. La obstrucción de las gargantas puso fin a la navegación de cabotaje y desaparecieron patrones y marineros, armadores y consignatarios, aduana y almacenes.

1929 TORTOSA, por Array.

El tren arrinconó, más despacio, los laúdes del río. Los intentos del comienzo de s XX de rehabilitar el puerto no triunfaron.

Los primeros datos fiables de la población (tortosinos) son de los s XIV y XV. Hay que tener en cuenta una vez más la gran extensión del término tortosino y la baja densidad comarcal (1 a 2 hogares/km2), así como el predominio de hábitat concentrado propio de un territorio fronterizo que favorecía los núcleos urbanos, como la ciudad de Tortosa. Un primer período de expansión demográfica al inicio del s XIV se interrumpe a partir de la peste de 1348, que llevó un encadenamiento de catástrofes (sequías, malas cosechas, hambrunas) que se prolongaron hasta el último tercio del s XV. A pesar de las medidas higiénicas que se tomaron, los brotes de peste se fueron reproduciendo hasta bien entrado el s XV, lo que no permitió que la población remontara. Con todo, en el censo del 1359 la población de Tortosa (991 hogares del núcleo urbano) representaba el 72% de la del Bajo Ebro, cifra que la situaba en el 4º lugar de las ciudades catalanas.

Desde el primer censo moderno (1857) hasta la actualidad, la población del municipio tortosino ha sufrido 3 fases de evolución. La 1ª de estas etapas abarca hasta el s XX, y se caracteriza por un estancamiento de la población; un 2º período, hasta el 1955, definido por un fuerte aumento demográfico, y una 3ª fase, hasta la última década del siglo XX, por la recesión.

De las 3 etapas diferenciadas, la 1ª suele ser considerada durante las grandes transformaciones urbanas, resultado del proceso de industrialización. Esta situación no es aplicable al caso de Tortosa, donde no se produjo la revolución industrial ni, por consiguiente, tampoco el crecimiento demográfico que esta conllevaba. Cuando la población total del término aumentó fue debido a la intensa colonización de las tierras deltaicas. Este desfase respecto al desarrollo industrial es un hecho fundamental para explicar la estructura económica posterior, ya que el crecimiento de la zona exigía, inexorablemente, una reordenación de las producciones de secano y el fomento del regadío. Las actuaciones realizadas en este sentido condujeron a un crecimiento sostenido a lo largo de la 1ª mitad del s XX, gracias, principalmente, al aprovechamiento de los canales de ambos márgenes del río, que modificaron la estructura productiva del delta: el agricultura se especializó en la monocultura del arroz y una presencia incipiente de hortalizas, lo que convirtió el municipio en una zona de alta natalidad -a pesar de que el actual término no sintió esta pequeña explosión demográfica-. El aumento fue importante, ya que en el periodo 1900-55 la población del término creció unas 20.000 personas, aumento casi igual al de toda la comarca.

Dentro de esta fase expansiva se diferencian 2 décadas de un mayor incremento, la de los años 10′ y la de los años 40′. La 1ª coincide con la entrada en funcionamiento del canal de la Izquierda, que dio un fuerte impulso a la agricultura de este margen del río, y la 2ª es resultado de unos recursos escasos en otras actividades y lugares tras el periodo bélico anterior.

Con posterioridad a estos decenios los índices de crecimiento empiezan a disminuir, sobre todo a partir de los años 60′ y 70′, fecha en que se inicia el conocido desarrollo industrial, que cambia la estructura económica de una buena parte del estado. Tortosa permaneció fuera de este crecimiento industrial urbano. Este hecho condujo hacia una estructura demográfica típica de una población estancada, ya que la tasa de crecimiento en el período 1950-75 había sido del 0,13% anual, muy lejos de la de toda Cataluña.

La falta de una mayor dinámica en la población convierte Tortosa en una localidad con una clara tendencia al envejecimiento, y así, en su pirámide, se nota una mayor amplitud de los escalones más cercanos a la cima, y ​​la población vieja es 3 puntos más elevada que la del resto del Principado.

Al no haber participado en el proceso de industrialización convertido a partir de los años 60′, el municipio ha mantenido un elevado índice de población autóctona. Además, la población inmigrada es, mayoritariamente, de las regiones de los alrededores, Aragón y Valencia, mientras que no es tan importante la de otras regiones más lejanas, como es el caso, en cambio, de las principales ciudades catalanas.

Si se tiene en cuenta que el término incluye la Raval de Jesús, Bítem, Campredó, Vinallop y los Reguers, además del poblamiento diseminado de la huerta de Pimp, se observa que el aumento de la población del municipio en el periodo 1940-50 fue de 4.500 personas, con lo cual llegó cerca de los 29.500 h, cifra que se superó en 1975 y en 1983, año que la población ya había alcanzado los 32.514 h, 22.521 de los cuales pertenecían al núcleo urbano ciudadano propiamente dicho .

En 1991, la población del municipio de Tortosa era de 29.452 hab concentrados sobre todo en el núcleo urbano. En 2001 el municipio tenía 28.933 h y el 2005, 33.705, cifra que supone un notable crecimiento demográfico desde comienzos del siglo XXI. El barrio más poblado es el de Ferreries, que concentra más de la 1/6 parte del total de la ciudad; el Rastro es el barrio con menos población y también uno de los menores en superficie

A principios del s XIX, la estructura productiva del municipio tortosino giraba en torno a los cultivos de secano tradicionales, básicamente trigo y olivos, seguidos por los algarrobos. La producción del regadío tuvo que esperar a la segunda mitad del siglo XIX para adquirir una cierta envergadura; hasta entonces, el riego se había limitado a pequeñas huertas alrededor de la ciudad, que aprovechaban las norias y los pozos, sobre todo en la huerta de Pimp, en San Lázaro y en la Raval de Jesús. Fue en la 2ª mitad de la centuria que en las tierras del delta tomó importancia la monocultura del arroz, hecho este subsiguiente a la construcción de los dos canales de regadío y en la colonización de esta parte del término.

En las postrimerías del s XIX y principios del XX, el municipio continuó disponiendo de un sector agrícola muy importante. Prosiguió el crecimiento de las tierras cultivadas, que con altibajos no se detuvo desde su inicio en el siglo XVIII. En el siglo XX las tierras de cultivo aumentaron en el municipio debido a la construcción del canal de riego de la Izquierda del Ebro, que permitió aprovechar todo el hemidelta correspondiente, la mayor parte del cual era municipio tortosino.

Las segregaciones de varias partidas del término municipal, que se iniciaron con la de los pueblos de la Cava y Jesús y María para formar el municipio de Deltebre en 1977, hicieron cambiar completamente el equilibrio entre los diferentes cultivos dentro del término municipal.

El arroz, que había sido el cultivo dominante dentro del regadío, en 1983, después de la creación de los municipios del delta (Deltebre, Camarles, San Jaime y la Aldea), se convirtió prácticamente inexistente en el municipio de Tortosa. 

La industria

Tortosa no se caracteriza por ser una ciudad con una dinámica industrial importante, sin embargo, el porcentaje de la población ocupada en el sector secundario se sitúa por encima del correspondiente índice comarcal, aunque por encima de este valor está el del vecino municipio de Roquetes, que ha experimentado un crecimiento industrial inducido del de Tortosa.

Las industrias de la alimentación ocupan una parte básica en la economía de la población y representan el sector más dinámico. La producción del aceite y derivados concentra buena parte de los esfuerzos industriales de la población. Hay cooperativas e importantes almazaras (almazaras) particulares que comercializan la aceituna, no sólo de la ciudad sino también de la comarca y las comarcas vecinas. En general, la transformación y la comercialización de los productos típicos comarcanos ocupa una gran parte de los activos. Así, Nomen Productos Alimenticios es una de las principales empresas que comercializan el arroz de la zona deltaica. Además, hay que destacar el papel de Tortosa en la comercialización de cítricos.

En un segundo término, se destaca el sector de la madera y del mueble. Un recurso que ha sido totalmente desestimado ha sido el agua del Ebro, la cual no ha sido utilizada ni a lo largo de la historia (tal como se hizo en otros ríos catalanes, empleados en industrias textiles y metalúrgicas principalmente) , ni lo es hoy (en industrias químicas o energía), por lo que se puede señalar que Tortosa, a pesar del papel de pequeño centro industrial de una comarca eminentemente agrícola, no ha seguido las pautas industriales del conjunto de Cataluña. Sin embargo hay que destacar la abundancia de recursos en el conjunto comarcal, ligada a la oferta de suelo industrial y también al interés por la industria química.

El comercio, los servicios y el turismo

Es en el sector terciario donde el municipio de Tortosa se presenta como la capital supracomarcal que tradicionalmente ha sido considerada, con un alto porcentaje de ocupación en este sector. La actividad terciaria que más ayuda a definir la función de una capital comarcal es el comercio, al por menor sobre todo, que en el caso de Tortosa tiene una tasa de ocupación similar a la media catalana. También tiene la misma incidencia la rama de transportes y comunicaciones, donde se pone de relieve el papel de Tortosa para con sus alrededores. Por el contrario, en el campo de la hostelería la ciudad dispone de una red de establecimientos modesta, ya que preferentemente los hoteles se encuentran en el litoral, tanto del Bajo Ebro como del Montsià.

En cuanto al aspecto religioso, Tortosa es el centro de una vasta diócesis de muy antigua formación; bien que es mencionada el 516, se cree que su creación se remonta a los s IV y V dC. La diócesis se extiende actualmente por el SE del Principado y por el sector NE de Valencia y por el SE de Cataluña (sus límites van desde Peñíscola y Alcalà de Xivert -Bajo Maestrat- hasta Olocau del Rey -Ports- por el lado valenciano y del de los Infantes -Baix Camp- en la Palma -Ribera de Ebro- por el lado del resto de Cataluña). En total comprende aproximadamente 6.450 km2. 

La ciudad de Tortosa. Morfología urbana
La situación estratégica de la ciudad de Tortosa (12 m de altitud) explica su configuración urbana. Borde del Ebro y con una serie de elevaciones que la rodean por la parte de levante, el lugar es idóneo para edificar un recinto amurallado.

La ciudad de Tortosa presenta una división espacial muy diferenciada. La ciudad antigua está situada a la izquierda, a ras mismo del Ebro.

Está presidida por la mole de la Suda. Rodeando la fortaleza, en el lado de mediodía sobre todo, hay una serie de calles estrechas entre islas irregulares. Toda la ciudad vieja está delimitada a levante por una serie de baluartes, revellines y murallas que aprovechan las elevaciones del terreno. Al N de la Suda se encuentra el barrio de Remolins; el E y el SE, los del Rastro y del Algarrobo, encerrados en la zona de expansión medieval. Más a mediodía, y ya fuera de las murallas, a partir del portal de San Juan se desarrolla el Ensanche moderno, de calles perpendiculares e islas con chaflanes en los cruces. Este Eixample está partido por la línea férrea, a mediodía de la cual está el parque y el barrio del Temple, y el SE y al otro lado de la vía, la Raval de San Lázaro. A la derecha del Ebro se extiende el barrio de Ferreries. El casco antiguo, situado en el centro, sufre una degradación continua y un fuerte despoblamiento, aunque es la zona monumental de la ciudad y la parte de más actividad, una parte importante de la que corresponde al sector terciario, sobre todo en el comercio.

El barrio que ha tenido mejores perspectivas de crecimiento es Ferreries. Sus actividades son muy diversificadas, y se puede encontrar tanto industria como comercio. Desde los s XVIII y XIX ha tenido una función comercial, y aún se pueden encontrar algunas de las antiguas fondas y restaurantes donde se reunían los comerciantes de las comarcas vecinas. En este barrio se concentra la mayor parte de los servicios públicos de la ciudad y, se puede decir que toma el relevo a un centro demasiado congestionado. Si se considera que, además, es el barrio más poblado, aunque con una densidad baja de población, y con una fuerte actividad constructora, resulta que Ferreries es el barrio más dinámico de la ciudad y la zona de crecimiento más activa .

El Ensanche Viejo es el 2º barrio de la ciudad en cuanto a la función comercial y de servicios, y las actividades terciarias van desplazando el uso residencial hacia las afueras de la ciudad. A la vez, y por el hecho de ser una de las zonas más densamente edificadas, no dispone de posibilidades de crecimiento por falta de espacio. Los barrios del Temple y del Parque, por el contrario, han urbanizado grandes superficies residenciales y de equipamientos y se convierten en otras zonas de crecimiento de Tortosa. 

El centro comercial de la ciudad de Tortosa ha sido abandonado progresivamente como lugar residencial, mientras que la periferia experimenta un proceso de urbanización, lo que contrasta con la poca actividad de rehabilitación de edificios en los barrios históricos (casco antiguo, Remolinos, Rastro, Algarrobo y Santa Clara).

La evolución urbana

La prehistoria y la antigüedad

Basta con pasear por las calles de la ciudad de Tortosa para darse cuenta de su antigüedad, ya que muchas de las construcciones principales son andamios con piedras de edificios más viejos, principalmente sillares trabajados e incluso con inscripciones. Son varios los autores que coinciden en suponer la existencia de un primitivo núcleo de población importante de época ibérica en identificar esta localidad con la hipotética Hibera, capital de los ilercavones, que más tarde pasaría a ser municipio romano, tal como se desprende de el estudio de la numismática y la epigrafía, donde se dan diferentes referencias a la Dertosa municipium Hibera Iulia Ilercavonia o Colonia Iulia Augusta Dertosa.

En la Hora marítima de Avieno consta la ciudad de Tyrichae, mercado del Ebro, situada más arriba de la desembocadura del río, e identificada con Tortosa. Estrabón hace referencia a esta población en su geografía, donde habla de Δερτώσσα κατοικία. Esto significa ‘colonia’, pero también se puede interpretar como ciudad en un sentido general. Tito Livio, refiriéndose a los tiempos de Escipión, menciona la existencia de una ciudad situada cerca de la desembocadura del río denominada Hibera, según este autor la más opulenta de toda la región. Otras interpretaciones la identifican con la actual Amposta. Mela, al referirse a las diferentes poblaciones de nuestras costas, dice que más abajo de Tarraco se encuentra Dertosa, bañada por el ingente Ebro.

Uno de los vasos llamados de Vicarello, o vasos apolinares, en el que figura la lista de poblaciones por donde pasaba la vía de Gades a Roma, con las millas correspondientes, da más información sobre la Dertosa romana. En este itinerario está el nombre de Dertosam entre los de Intibilim y Subsaltum. Entre las tareas cumplidas cabe señalar las intervenciones de la plaza del Olivo, conocida también con el nombre de Nuestra Señora de la Cinta, excavaciones que han puesto al descubierto una secuencia estratigráfica de más de 6 m de profundidad, con diversas estructuras de habitaciones y una red de alcantarillado, además de materiales cerámicos y de metal correspondientes a diferentes etapas de la historia de Tortosa desde los tiempos actuales hasta el siglo I después de Cristo.

En la ciudad antigua se ve, todavía, un sector más viejo, que se supone que corresponde al de la ciudad romana. Tortosa, nombre de origen prerromano que presumiblemente correspondía a un pequeño núcleo ilercavón, fue convertida primero en oppidum y después en ciudad, con categoría de municipio, seguramente en tiempos de Julio César. Es difícil, sin embargo, de situar exactamente los confines de la ciudad romana, porque, habitada continuamente, se fue ampliando a lo largo de los siglos. Lo que hoy se llama «la Suda» debía ser el castillo y es posible que alguna muralla siguiera los accidentes naturales. El recinto de la ciudad debía seguir por la orilla del río, tal vez hasta la plaza de Paiolet, donde el barranco del Rastro desagüa en el Ebro, y por la banda de Remolinos, donde desagüa el barranco del Célio. Por levante debía seguir el barranco del Rastro. Se ha especulado también sobre la posibilidad de que algunas calles (los de la Ciudad, la Cruceta, Santa Ana) fueran el cardus, y otros (los del Dr. Ferran, Tablas Viejas), el decumanus; asimismo, se cree que los portales de entrada a la ciudad debían ser el del Romeo y el del Puente de Piedra. Actualmente, se admite la posibilidad de que el foro fuera en el lugar donde hoy está emplazada la catedral, lo que significaría que este lugar era, según esta teoría, el centro del municipio romano.

La edad media

La historia de la ciudad en el periodo visigótico es problemática, ya que falta documentación y los restos arqueológicos son escasas y fragmentarias. La Crónica de Zaragoza dice que la ciudad de Tortosa fue tomada por los visigodos en 506 después de ser sofocada una rebelión en la que debió participar la aristocracia local contra el estado visigótico, con capital entonces en Toulouse. Quedan pocos documentos, tanto arqueológicos como escritos, de este periodo, aunque uno de los hechos que parece cierto es que ya en el s VI había un núcleo de población judía. La época visigótica se extendió desde el 506 hasta el 717, que se inició la ocupación musulmana.

Los testigos materiales y arqueológicos que aún conserva la ciudad permiten intuir la importancia que los nuevos señores le dieron a continuación. En primer lugar hay que mencionar el castillo de la Suda, levantado en tiempos de Abderramán III sobre la antigua construcción de época romana, que domina toda la ciudad y un buen trozo del curso del Ebro. En este mismo tiempo se rehizo una parte de las murallas romanas.

El emplazamiento de la ciudad, junto al Ebro, la convirtió en un puerto base de navegación fluvial y, por consiguiente, en un centro vivo de comercio. También se desarrollaron las actividades agrícolas: se ampliaron los regadíos, se hicieron obras de canalización y se extendieron los cultivos hortofrutícolas. Otras actividades de la época son la elaboración, de carácter menestral, de la seda y de la lana, y también la orfebrería.

Estas actividades modificaron la estructura social: la aristocracia terrateniente y la población campesina que dependía se añadió una clase media (artesanos, orfebres, comerciantes) que dio una nueva vitalidad a la vida ciudadana. En cuanto a la convivencia de las comunidades de musulmanes, cristianos y judíos, es un tema difícil de aclarar por la falta de noticias. Es de suponer que la población cristiana perdió su situación privilegiada en provecho de los musulmanes, que se debieron apropiarse la mayor parte de las tierras. En cuanto a los judíos, en el aspecto jurídico parece evidente que no gozaron de una posición libre ni fácil. Lo da a entender la carta de franquicias que les concedió el conde Ramón Berenguer IV en decirles: «que ningún sarraceno  tenga mando sobre vosotros». Son muchas las teorías sobre la situación del barrio judío en época musulmana, y el tema no se ha podido resolver todavía. La tradición lo sitúa en la actual calle del Pintor Gimeno o rampa de acceso al puente; en cambio Miret y Sans, Emili Morera y Bayerri la emplazan en la zona ocupada hoy por las calles de la Sangre, de en Carbón y Pescadores. En ambos casos su situación quedaría fuera del perímetro de la muralla romana que los musulmanes reconstruyeron y en la que se establecieron.

En el aspecto cultural, sobre todo cuando la ciudad pasó a ser capital de la taifa o Reino de Tortosa (s XI), se produjo un gran florecimiento intelectual, atestiguada por la existencia de un conjunto de autores especializados en disciplinas científicas y literariofilosòfiques. Cabe destacar las figuras de Abu Bakr al-Turtusi, autor de la obra Sirag al-muluk (‘Lámparas de príncipes’), Menahem ben Ya’qob ibn Saruq, que desarrolló los estudios gramaticales de la lengua hebrea, y Ibrahim bien Ya’qob, geógrafo judío nacido en Tortosa, además de Abu-l-Walid, también tortosino, jurista que se estableció en Alejandría, donde creó una escuela importante.

Desde el punto de vista urbanístico, y de acuerdo con la lectura que J. Massip haga en su obra La gestación de las Costumbres de Tortosa los textos del geógrafo árabe Al-Himyari, se puede asegurar que la ciudad no había crecido y se mantenía dentro del recinto de la muralla romana. Aunque no es fácil de precisar los límites exactos de la Tortosa sarracena, diferentes indicios parecen apuntar que la ciudad se extendía bajo el monte del Castillo de la Suda, desde el barranco del Rastro y el puente de piedra hasta el sector más meridional del actual barrio de Remolinos o, más propiamente, barrio de Santiago, hacia el N, en la calle de Cortadura. En este recinto, según la descripción de Al Himyari, había una mezquita de 5 naves, con un ancho patio, construida en el año 955, 4 términos o baños y 1 bazar o mercado.

De la Tortosa medieval, se sabe dónde estaba el Calljuïc, o barrio de los judíos con el portal de los Judíos, que daba salida a su foso y el barranco del Célio. Más a mediodía estaba la alhóndiga (pequeña Ravaleta que en 1148 se convirtió en una de las 4 parroquias en que fue dividida la ciudad, después de la conquista, parroquia incorporada a Santa María en el s XVIII), cerca del portal de la Asoc. Más a mediodía aún se yergue el portal del Romeu, donde confluyen la calle del Valle y la Calle Nueva del Valle. Entre la catedral y el Palacio Episcopal se abre el portal de Palau. En el lugar del convento de Santo Domingo anteriormente estaba el pequeño portal del Olivo. Más allá de este primitivo recinto levantaron los conventos de Santa Clara (s XIII) y de las monjas del Hospital de San Juan de Jerusalén, cerca del portal de Vallverd; también se encontraban la calle de Montcada, el de la Rosa (donde se conservan todavía palacios notables), la plaza de las Coles, el barrio del Algarrobo (que parece que se empezó a edificar durante la taifa de Tortosa), la Lonja (trasladada al parque), el cuello de San Juan y el convento y portal del Temple, al S; en este sector, netamente medieval, pero más a levante, se levantaba el convento de franciscanos de San Juan del Campo, que daba nombre al portal de San Juan, situado aproximadamente en el punto donde se juntan la calle de San Blas y la de Cervantes.

La ciudad fue tomada por los cristianos el 31.12.1148 según la cronología del año de la Encarnación o del 1149 si se cuenta por el sistema de la Natividad. Participaron el conde Ramon Berenguer IV, una armada genovesa, nobles catalanes como Guillem Ramon de Moncada, y occitanos, como Guillermo de Montpellier, el vizconde de Narbona y Bertran de Toulouse. También tomaron parte caballeros templarios y hospitalarios, el obispo de Barcelona y el arzobispo de Tarragona Bernat Tort. En un primer momento el dominio de la ciudad se repartió entre el conde Guillem Ramon de Moncada, la república de Génova y la orden del Temple, que obtuvo una quinta parte de la asignada al conde como compensación por la renuncia que este orden hizo de sus derechos sobre el Reino de Aragón, otorgados por el testamento de Alfonso I de Aragón.

Este primer reparto sufrió sucesivas alteraciones motivadas por el avance de la repoblación y el cambio de intereses de los diferentes grupos repobladores. Así, a finales de 1153 y en consecuencia de la incorporación de Miravet y de su término al dominio de los templarios, este orden cedió su dominio de Tortosa al Conde. También este mismo año los genoveses vendieron su parte al Conde Ramon Berenguer IV, que así obtuvo 2/3 de la ciudad, que compartía con Guillem Ramon de Montcada.

Pero el 1181 los templarios intervinieron de nuevo en la ciudad cuando el conde rey Alfonso I de Aragón (1162-96) les cedió de nuevo su parte de la ciudad, que compartieron hasta el año 1294 con los Montcada. A partir de esta fecha casi todo el territorio tortosino quedó en manos del rey. A continuación de haber conquistado la ciudad, Ramon Berenguer IV firmó un documento de capitulación que garantizaba un régimen de tolerancia hacia los sarracenos.

A finales de diciembre de 1148 o a principios del 1149 el conde concedió a la ciudad la primera carta puebla, en el que otorgaba a sus habitantes una amplia autonomía con el fin de atraer nuevos pobladores. Esta primera carta de carácter provisional fue ampliada, tras la conquista de Lleida y Fraga (octubre de 1149), con una 2ª carta de población del 30.11.1149. Del análisis de esta carta se deduce la importancia de la aprovechamiento agrícola, lo que demuestra el desarrollo de los sistemas de riego ya en época sarracena; se deduce también la especial aptitud de la zona para el desarrollo comercial: se menciona expresamente la donación de bosques para la construcción de barcos y la exención de impuestos sobre el tráfico y la importación de productos; y, finalmente, el aprovechamiento de los estanques y las salinas, de los que el conde se reservaba la novena parte. El documento también describe diferentes aspectos jurídicos sobre la aplicación de la justicia. Los repartos de tierras que siguieron al establecimiento de la organización social y jurídica descritos en estos documentos demuestran un cambio en la actitud del conde para con la población musulmana, que en muchos casos fue privada de su propiedad, la cual pasó a depender de los cristianos, los nuevos dueños.

Esta actuación contradictoria y discriminatoria hacia los sarracenos contrasta con el trato favorable que recibió la población judía. En la carta de franquicias concedida por el conde Ramon Berenguer IV a los judíos, el 23.12.1149, les da el lugar dicho Astillero, delimitado por 17 torres, para que puedan construir 60 casas, además de diferentes propiedades territoriales (el isla de Abnabicorta, dos partes en la propiedad de Algacel y otros bienes en Tivenys, Aldover y Xerta), para que las tuvieran en heredado libre y plena, con exención de pagos durante 4 años. Y, sobre todo, les reconoce que ningún sarraceno pueda tener poder ni mando sobre ellos. Los concede igualmente «los buenos fueros, costumbres y usos que tienen los judíos de Barcelona para que los tenga siempre vosotros, y vuestros sucesores». Por lo tanto, si se toma como modelo de organización interna el de la aljama de Barcelona, ​​es de suponer que se debieron introducir en la comunidad judía de Tortosa instituciones como el Consejo de los Treinta (órgano director de la aljama) y otros cargos de dirigentes como adelantados (gestión de impuestos), secretarios, tesoreros, jueces, tasadores, etc. La aljama vigilaba el cumplimiento religioso, las costumbres y la moralidad, y que gozaba de total autonomía en lo referente al cobro de impuestos, la ordenación de precios del mercado, la regulación de construcciones, la apertura de nuevas tiendas, la asistencia a los necesitados y la enseñanza. El régimen de autonomía y de libertad haga posible un buen desarrollo económico de la población judía, que acabó dominando la banca y atesora una riqueza que más tarde se utiliza para financiar las conquistas de Valencia y de Mallorca. A finales del s XII, la Iglesia (en especial Inocencio III) cambió este régimen de libertad y empezó a dictar disposiciones económico-sociales de carácter restrictivo, que en el s XIII serán incorporados a los Costumbres de Tortosa.

La historiografía local no es unánime sobre la localización de la aljama en esta época. Según R. Miravall la alusión que hace la carta de franquicias del 1149 del sitio llamado Astillero ipsa Daracina, delimitado por 17 torres, hace pensar que se trataba de un espacio dentro de la ciudad sarracena que crecía hacia el N y que por lo tanto debía corresponder a la zona más septentrional del perímetro amurallado; es decir, que la aljama primero debía ocupar el sector comprendido entre la calle de Cortadura y Santiago, en las actuales calles de San José, de la Aldea y la plaza de la Maçana.

A lo largo del s XIV y por razón del crecimiento demográfico, o tal vez por la represión y la violencia que en este tiempo se había desencadenado contra los judíos, la aljama se desplazó más hacia el N y ocupó el actual barrio de Remolinos.

Una vez realizados los repartos de tierras, fijadas las diferentes zonas de influencia y delimitados los estatutos de los diferentes grupos de población, la ciudad empezó su ritmo de crecimiento económico, social, juridicolegislatiu y político, que se hará patente en el aspecto urbanístico: pronto traspasará hacia el S la antigua muralla romana. Las bases de la ulterior florecimiento de la ciudad habían sido fijadas.

Tras la redacción definitiva de las Costumbres de Tortosa, la concordia social fue consolidando en la ciudad. Prueba de la importancia de Tortosa en la corona catalano-aragonesa es que varias veces se celebraron Cortes Generales (1365, 1371, 1414, 1421, 1429 y 1442) y se reunieron algunos parlamentos, como el de 1411-12, cuando se ‘llegaron a Tortosa para tratar de la sucesión del rey Martín el Humano.

En 1332 Alfonso el Benigno creó el título del marquesado de Tortosa para su hijo Fernando, a cuya muerte (1363) fue reincorporado definitivamente a la corona. 

A lo largo del s XIV las salinas adquirieron una gran importancia, y las explotaciones tenían lugar en la partida de la Balsa del Cabiscol y al Rec Viejo.

Durante el s XIV aumentó la actividad comercial de la ciudad, que comenzó a construir la Lonja en 1369, obras que se acabaron en 1373; este hecho va ligado a la fase expansiva de Cataluña por el Mediterráneo. Es, de las conservadas, la lonja más antigua del gótico catalán, ya que la de Barcelona no se empezó hasta 1383, la de Perpiñán en 1397 y la de Mallorca en 1426.

El s XV marcó una época de inestabilidad económica, demográfica y también política que culminó con los hechos que se sucedieron durante el reinado de Juan II y la guerra que se movió en su contra, que en Tortosa acabó con la entrada del rey a la ciudad el 17.7.1466.

Todo ello hizo que, hasta el reinado de Fernando II, hubiera una fase de recesión, crisis políticas y guerras civiles que impidieron la expansión económica. La situación mejoró bajo el reinado de Alfonso el Magnánimo, durante el cual la ciudad se llegó a acuñar moneda. La expulsión de los judíos en 1492 tuvo una incidencia negativa para Tortosa, ya que el papel de la judería en el comercio y en las actividades financieras de la ciudad era muy importante.

La edad moderna

Tortosa sufrió durante este periodo un estancamiento económico par al estancamiento demográfico. El comercio por el Ebro, una de las principales actividades económicas y una importante fuente de ingresos, disminuyó sensiblemente debido a la política atlántica de los Reyes Católicos y de sus sucesores, que tomó en el Mediterráneo el papel de centro de las relaciones de canje.

Con todo, el comercio que se hacía por el Ebro tenía todavía Tortosa como centro. Se sabe que en 1586 se acabaron unas obras de ampliación de la Lonja, que, sin embargo, fue perdiendo importancia, como lo demuestra el hecho de que a mediados del siglo XVII fuera convertida en parte en arsenal militar y que a partir de 1716 dejara de ser centro de contratación y comercio.

De la pesca de la sábalo, se conoce también los pleitos planteados entre los pescadores del azud y los de la garganta del río. Lo mismo sucedía con las canteras de jaspe que explotaban, especialmente las de la Cinta y del Miracle, explotación de la que ha quedado constancia en la construcción de El Escorial, la catedral de Barcelona o el Palau de la Generalitat.

Cristòfol Despuig, en Los coloquios de la insigne ciudad de Tortosa (1557), presenta la ciudad como una sociedad mesocrática donde el poder político está en manos de los ciudadanos, que dominan el mundo de los negocios y, en consecuencia, tienen el poder económico , y en el que la nobleza tiene un papel muy poco importante, lo que genera numerosas tensiones sociales.

También se señala el privilegio más significativo de que goza Tortosa: la preeminencia de los representantes de la ciudad sobre el veguer en la administración de justicia, veguer que no puede hacer nada más, aunque el mismo rey esté presente en Tortosa, que ejecutar las sentencias que autónomamente han adoptado los representantes de la ciudad.

1563, Tortosa vista por Athonie van der Wijngaerde

Pero, a pesar de estas mejoras, el momento económico no fue especialmente bueno. La crisis económica, las malas cosechas y las hambrunas afectaron las clases más desfavorecidas de la sociedad. A pesar de estos tiempos de penuria, la visión de Despuig de la potencialidad de los recursos de la zona es tremendamente optimista. Despuig concluye sus Coloquios quejándose amargamente de la pérdida de importancia de Tortosa, la cual «sin que es la tercera población de Cataluña en cantidad, es tan poca al respecto de lo que debería ser que no es casi nada «.

Estos siglos medievales fueron para la ciudad una etapa de esplendor. El espacio urbano se duplicó y se tuvo que construir un 2º recinto amurallado, más amplio, que iba desde la puerta del Templo hasta la de San Juan y, de ahí, la muralla enlazaba con los fuertes del Cristo, el Carmen y la Victoria. Por la parte del Rastro se trazó otra línea amurallada hasta el fuerte del Bonet. El crecimiento urbano se paralizó durante la edad moderna, bien que el s XVI aunque fue muy floreciente en cuanto a la construcción de varios colegios y edificios renacentistas.

1642 TORTOSA

Para el s XVIII la fuente más importante para el conocimiento de la ciudad fue la Historia de la antigua Hibera, de Francisco Martorell, publicada en 1626. Dividida en 2 libros, en el 1º recorre los principales acontecimientos de la historia de Tortosa, mientras que dedica el 2º a la historia de la Santa Cinta. La descripción de la Tortosa de su momento ocupa un lugar secundario, ya que es enmarcada en el conjunto de la narración histórica.

La guerra de Separación también dejó su huella en Tortosa. Los acontecimientos de 1640 han sido objeto de interpretaciones muy diferentes, pero en la descripción de los sucesos más importantes las fuentes suelen coincidir. Así, parece establecido que un mes después del Corpus de Sangre en Barcelona y cuando la capital del Principado se había perdido para la causa filipista, Tortosa había ocupado su lugar como puerto para enviar tropas a Italia y provisiones al resto del ejército que quedaba en el Rosellón. En aquellos momentos había en la ciudad soldados inexpertos y mal armados bajo el mando de Luis de Montsuar, gobernador militar de la plaza y baile general de Cataluña. Al principio de julio, cuando se reunía y reorganizaba la infantería por toda la zona y cuando se esperaban dinero para pagar las tropas, la población de Tortosa se empezaba a mostrar inquieta. Las autoridades de la ciudad tomaron rápidamente medidas, y se evitaran graves disturbios. 3 semanas más tarde, sin embargo, los consejeros recibieron una carta en la que se instaba a Tortosa a levantarse, para que las tropas que se dirigían a la ciudad se iban a utilizar contra el Principado. El 21 de julio el consejo municipal se reunió para discutir el contenido de la carta. El mismo día se iba a almacenar en el castillo una importante cantidad de víveres y pólvora, con la que Montsuar quería proveer los soldados, y así poder dominar fácilmente la ciudad y mantenerla a favor del rey y dar tiempo a que le llegaran socorro de Valencia y Aragón. Al no atenderse el requerimiento del consejo de que la pólvora se colocara en almacenes de la ciudad, la gente se amotinó. Intervinieron algunos procuradores y clérigos, y finalmente el pueblo se apoderó de la pólvora.

El motín se desarrolló a partir de ese momento de una manera muy similar a otros que tuvieron lugar en diferentes lugares de Cataluña. Al grito de «Viva la tierra, mòriguen los traidores», los amotinados se congregaron ante la casa de Jacinto de Miravall, auditor de guerra, y de su padre, Pedro Juan de Miravall. La intervención de sacerdotes y religiosos, que sacaron el Santísimo Sacramento en procesión para que los sublevados depusieran su actitud, evitó violencias físicas contra los ocupantes de la casa, pero no el saqueo y la quema de algunos objetos. Las acciones de los amotinados se repitieron en otras casas, y también las procesiones del clero para pararlos. Los jefes de las tropas también fueron objeto de las iras de los sublevados: el mismo Luis de Montsuar se salvó gracias a la intervención de un sacerdote. Asediaron el castillo donde se habían refugiado los soldados, pero una procesión del capítulo consiguió que desistieran de su acción. Los dirigentes de los sublevados ordenaron a las tropas que abandonaran la ciudad con destino a Valencia y llegaron a dar un real a repartir entre cada 3 de los soldados que traspasaban las puertas de la ciudad.

Las autoridades y la nobleza se organizaron para recuperar el control de la situación y recobraron el poder por la fuerza de las armas el 4 de septiembre. Poco tiempo después, numerosas tropas reales de infantería y caballería ocuparon la ciudad. Se inició un proceso contra los dirigentes del motín, que acabó con el ahorcamiento de 15 de los sublevados más destacados, entre los que se encontraban los llamados Callau y Rojo. Felipe IV de España dirigió una carta a sus «Amados y fiel procuradores de la ciudad de Tortosa» en que premiaba la lealtad de la ciudad concediéndole los títulos de fidelísima y ejemplar y declarándola exenta del derecho del quinto o la quinta parte de las rentas que todas las poblaciones tenían que pagar.

La Diputación intentó recuperar la ciudad para la causa catalana. Las autoridades municipales dejaron claro que estaban a favor de la política del rey y en contra de la Diputación del General. El carácter de esta revuelta popular del verano de 1640 no queda claro. ¿Era un levantamiento contra la política anticatalana del rey y del conde-duque de Olivares? ¿Era una protesta contra los supuestos abusos de un numeroso ejército estacionado en la ciudad, como había sucedido en otros lugares del Principado? ¿Era una manifestación del descontento de los pobres contra los ricos?

A finales de noviembre de 1640, el marqués de Los Vélez, que había sido nombrado virrey y capitán general de Cataluña, entró en la ciudad. Como debía jurar el cargo en Tortosa, se convocó a los síndicos y procuradores del Principado. Pero sólo acudió un pequeño grupo integrado por los declaradamente filipistas y por aquellos que estaban expuestos a las represalias; junto con el baile general y el común de Tortosa hicieron como si representaran todos los brazos de Cataluña y recibieron el juramento del marqués de Los Vélez. Conocido este hecho por la Diputación de Cataluña, ésta, para poner de manifiesto el carácter de imposición violenta e injustificable de aquel acto, resolvió que Tortosa y todos los pueblos que la habían seguida quedaban solemnemente segregados del Principado y privó sus habitantes de sus privilegios y los inhabilita para cualquier cargo.

1648 TORTOSA. Plan de la ciutat y castell de Tortosa assetjada per lo Marischal de Schomberg en Juliol de 1648. Gravada per Beaulieu a París

Tortosa se mantuvo bajo soberanía castellana hasta el mes de julio de 1648, en que, acosada de nuevo, esta vez por el mariscal Schomberg, fue tomada por los franceses, que permanecieron durante un año y medio. El 3.12.1650 las tropas francesas se rindieron a las de Felipe IV. Pero desde el comienzo de este mismo año una nueva calamidad se añadió a los desastres de la guerra: la peste bubónica, que duró hasta el verano.

La economía tortosina conoció a lo largo del s XVIII cambios importantes que afectaron sobre todo a la agricultura, especialmente el aumento de la cantidad de tierras de cultivo. El s XVIII en muchos lugares de Europa occidental es el siglo de las roturaciones; Tortosa no fue una excepción y el proceso llevó incluso a cultivar tierras marginales de dudosa rentabilidad. El aumento de los cultivos coincide en el tiempo con el incremento demográfico y se hace muy difícil de establecer relaciones de causa-efecto. Lo que es cierto es que hay una importante masa de población dispuesta a cultivar nuevas tierras y que vive gracias a este aumento, que sin embargo no experimentó mejoras técnicas. La industria apenas cambió, los menestrales perduraron hasta el s XX, en la que muchos de ellos desaparecen por la competencia de las industrias modernas de otros lugares.

El comercio se enfrentó al problema de un río que cuanto, menos navegable era. La especialización de la agricultura favoreció el comercio de los productos que cada vez se produjeron en más cantidad, sobre todo el aceite.

Cuando en Cataluña se dieron los hechos de la guerra de Sucesión, Tortosa mantuvo una postura similar a la del resto de las ciudades y tierras catalanas. La ciudad había participado en la corte reunida por Felipe V en 1702 en Barcelona, ​​donde envió un largo memorial de 160 capítulos y pedía la confirmación de sus costumbres escritos, carta puebla, privilegios y concesiones reales desde la conquista, la revocación de los abusos que hubieran cometido y algunas nuevas gracias.

Iniciada la guerra, en septiembre de 1705, los hermanos Josep y Antoni Nebot, de Riudoms, procedentes de Miravet, donde habían tomado el castillo, se presentaron con 800 voluntarios ante Tortosa, que estaba desguarnecida, con la amenaza de destruir la huerta si la ciudad no se rendía. Tortosa, donde predominaban los austracistas, abrió las puertas a los voluntarios mientras los partidarios de los Borbones abandonaban la ciudad. Tortosa se sumó pronto a las otras ciudades catalanas que enviaron sus representantes en Barcelona (en este caso los Nebot), recientemente conquistada por el archiduque con el fin de declararse a favor de la causa de los Austria. Fue nombrado gobernador militar de Tortosa el inglés John Jones.

En 1708, siendo aún gobernador Jones y general de las tropas austracistas el conde de Efren, llegaron los franceses ante Tortosa comandados por el duque de Orleans y el general D’Asfeld y pusieron en asedio la ciudad (9 de junio). Después de una dura lucha, el 15 de julio siguiente la ciudad se tuvo que rendir. Cabe destacar la actuación de la milicia ciudadana llamada la Coronela, organizada por la ciudad y comandada por los hijos de las mismas familias aristocráticas (los Montagut, Miravall, Pinyol, Avería y Gil de Federico) que en la guerra de Separación habían apoyado las tropas castellanas contra las aspiraciones de los catalanes. En esta actitud de la nobleza contra el centralismo borbónico hay que ver muy probablemente, junto a la defensa de los fueros tortosinos y de sus propios privilegios, una actitud de fidelidad a Austria ya demostrada en 1640. Muchas de estas familias y otros estamentos más populares tuvieron que emigrar mientras el nuevo gobernador de Tortosa, La Croix, nombrado por los franceses, desterraba los carmelitas, que no pudieron volver hasta 1712. En diciembre de 1708 las fuerzas austracistas del conde de Starhemberg y de Stanhope intentaron recuperar Tortosa que estuvo a punto de tener éxito.

El dominio de Tortosa por parte de las autoridades borbónicas significó el inicio de un proceso consciente de castellanización. Se puede decir que Tortosa fue una de las primeras ciudades catalanas donde se aplicó de manera efectiva y duradera el proceso centralizador y asimilador de Castilla.

A principios del s XVIII se reforzaron las antiguas murallas y fortificaciones y construyeron 2 fuertes exentos para la defensa del territorio, el de Orleans a mediodía y el de Tenasses a tramontana; enlazando las murallas con la Suda se construyó un hornabeque. Las casas no llegaban hasta arriba de la muralla para que la legislación no permitía que se construyera en la zona militar que fortalecía la ciudad.

1710 TORTOSA

En 1717, los decretos de Nueva Planta, Tortosa volvió a formar parte de Cataluña y se convirtió en cabeza del corregimiento de Tortosa.

Poco antes de estallar la Gran Guerra, el corregidor interino de Tortosa, Antonio de Partearroyo, remitió (23.2.1793) una orden real en el capítulo tortosino pidiendo dinero para el sostenimiento de las milicias voluntarias destinadas a luchar en el Rosellón y la Cerdaña . Ya iniciada la guerra, los tortosinos volvieron a tomar las armas para la defensa de la plaza y otros fueron a la lucha contra los franceses en la Cataluña del Norte.

A comienzos del s XIX la ciudad estaba totalmente rodeada de murallas. Durante una gran parte del s XIX no presentó problemas de crecimiento, en parte porque la situación política del país no lo permitía. Primero, la guerra del Francés obligó a reforzar las murallas en 1808. Algunos edificios religiosos fueron destinados a otros usos, civiles o militares: el Colegio de Santo Domingo se transformó en hospital y parque de artillería, los conventos de monjas y el de los padres mercedarios fueron convertidos en hospital y en depósitos de municiones y, aún, el Palacio del Obispo se convirtió en una fábrica de cartuchos. Posteriormente, las guerras carlistas continuaron obligando la ciudad a vivir dentro de la muralla y cerrar cada noche los portales.

1716. Corregimiento de TORTOSA, por COMPTE de DARNIUS

La época contemporánea

Los primeros años del s XIX están marcados por la guerra del Francés. Lleida y Tortosa fueron las primeras ciudades catalanas a sublevarse, a lo que contribuyó la común situación periférica dentro del Principado y la proximidad a Zaragoza y en Valencia. El ayuntamiento de Tortosa, presidido por el gobernador civil y militar Guzmán de Villoria, se adhirió por el momento al gobierno impuesto por los franceses, aunque la decisión no era unánime, a pesar del descontento popular, muy influido por el clero.

Dada orden el capitán general Ezpeleta al gobernador tortosino de preparar alojamiento para las tropas francesas que habían de pasar camino de Valencia, la ciudad de Tortosa se sublevó el 29 y se envió enseguida una columna de voluntarios a ocupar el castillo de San Felipe del Coll de Balaguer para impedir el paso de las tropas napoleónicas.

El día 30, se celebró una solemne función en la sede, donde el pueblo tortosino juró ante la Virgen de la Cinta de defender la patria contra Napoleón, mientras las tropas francesas comandadas por el general Chabran entraban en Tarragona. El 7 de junio los tortosinos enviaron nuevas compañías a reforzar el cuello de Balaguer. Ese día estalló en la ciudad un motín, conocido por algún historiador local como el motín de los Segadores (ciertamente era época de siega y había en Tortosa valencianos, voluntarios, foráneos y segadores); la gente asaltó la casa del gobernador Guzmán de Villoria, acusado de afrancesado, lo detuvo con su asesor y abogado Joaquín Rebull y fueron llevados ambos en el castillo de San Juan, donde fueron fusilados sin formación de causa.

Pronto los franceses tuvieron que volver a Barcelona debido a la derrota del Bruc, sin haber pasado más al S de la plaza de Tarragona. No se conoce la composición de la Junta de Gobierno de Tortosa, pero, después de los hechos del motín, parece que el antiguo ayuntamiento había sido disuelto y los ánimos no estaban del todo calmados. El capítulo tortosino dirigió una proclama a los ciudadanos el 16 de junio donde, tras manifestar que su causa era justa porque defendía la religión, los ponía en guardia ante rumores sembrados por el enemigo para causar divisiones. Se inició una tarea de fortalecimiento de las fortificaciones tortosinas y se participó en la Junta Superior del Principado, que haga estancia en la ciudad, a finales del año 1808, enviando como delegado fray Domingo Merlín.

Hasta 1810 hubo relativa tranquilidad, pero este año el mariscal Suchet decidió la conquista de Tortosa para controlar el camino de Valencia a Tarragona y poder así apoderarse de estas 2ciudades. El ataque francés se inició el 4.7.1810. Tortosa no se rindió a Suchet hasta el 2.1.1811 y la entrada de los franceses fue ordenada y sin sangre, aunque por la noche se produjeron escenas de saqueo y abusos. La caída de Tortosa consternó a Cataluña y se atribuyó a traición.

181O TORTOSA

Así comenzó una ocupación que debía prolongarse hasta el 18.5.1814. Y por último, de acuerdo con el armisticio, la guarnición de Valencia se reunió con la de Tortosa y el 18 de mayo ambas continuaron la evacuación ordenadamente hacia Barcelona y Francia, sin incidentes. El fin de la guerra de la Independencia supuso la persecución de los afrancesados ​​y pronto comenzó a funcionar una junta de purificación que se reunía en el Palacio Episcopal; hasta en 1823 todavía se expidieron certificados de depuración.

1813 TORTOSA. Plan de Tortosa y ses fortificacions, trassat en 1813 per Ambrosi Lanzaco

Restaurado Fernando VII como rey absoluto se abrió una época de conspiraciones y pronunciamientos. En el tiempo de los pronunciamientos que llevaron al Trienio Liberal (1821-23) Tortosa se declaró a favor de la constitución de Cádiz. En el enfrentamiento entre liberales y absolutistas que llevó en 1822 a una práctica guerra civil, los realistas sublevados pudieran entrar en Tortosa por traición de un militar de la guarnición, a pesar de los esfuerzos de la compañía de Voluntarios de la Libertad y de las tropas leales para impedirlo, y así el 13.6.1823 se apoderaron de la ciudad las fuerzas realistas dirigidas por Capapé, Xambó y Rambla. Los liberales más notorios tuvieron que huir y muchas de sus casas fueron saqueadas. Tortosa, como Barcelona, ​​Manresa y la Seo de Urgel, se destacaron en la represión.

Fue decisivo en este aspecto y en la vida de la ciudad el nombramiento como obispo de Víctor Damián Sáez (1824-39), ministro de Fernando VII profundamente antiliberal que reforzó la posición de los absolutistas y aumentó la tensión. En todo el país se enfrentaron los absolutistas exaltados con los absolutistas moderados y la conjura de Georges Bessières de 1825 tuvo ramificaciones en Tortosa, donde varios conjurados, oficiales de la guarnición, intentaron sin éxito de promover la sedición en la ciudad.

1825 TORTOSA. Tortosa belagert vom 15 December 1810 bis zum 2 Januar 1811.

La ciudad también tuvo un importante papel en la guerra de los Malcontents, iniciada en estas tierras. El mismo 1825 y en 1827 las fuerzas ultrareialistes sublevadas, dirigidas por el capitán Llobet y el coronel Trillas, intentaron ocupar Tortosa con ayuda desde el interior y, cuando la insurrección se generalizó, todo el corregimiento de Tortosa, salvo la capital , estuvo en manos de los rebeldes. El ejército real, que combatía los ultrareialistes, dirigido por el después tristemente célebre conde de España, entró en Tortosa tras dominar la situación de las tierras del Ebro y poco después el rey Fernando VII hiciera una corta estancia en la ciudad ( últimos días de septiembre de 1827), camino de Tarragona.

La guerra se acabó y el país quedó pacificado, pero se habían ido configurando las fracciones carlistas que debían llevar a la guerra civil. En la cruenta época de las guerras carlistas los tortosinos tuvieron un papel destacado. Iniciada la I guerra, se reunieron alrededor de Ramón Cabrera (nacido en la ciudad en 1806).

Sin embargo, la ciudad quedó en manos de los liberales, que organizaron también una serie de cuerpos francos o miquelets. La ola anticlerical de 1835 también llegó a la ciudad.

El conflicto se renovó en la II Guerra Carlista o guerra de los Madrugadores (1849), que tuvo menos incidencia gracias a la actuación del gobernador militar de Tortosa, el brigadier Ballesteros.

Hacia 1845 no se empezaron a realizar mejoras urbanas. El foso del Rastro se trasladó al plan de Avería, en San Lázaro, y se construyó un paseo en Remolinos, detrás de la iglesia de Santiago. En virtud de la desamortización, algunas propiedades urbanas de la Iglesia pasaron a la burguesía. El decenio de los 60′, época de desarrollo de la ciudad, empezó a cambiar la estructura urbana. En 1862 se iniciaron las obras de un paseo junto al portal del Rastro, donde estaba el antiguo cementerio.

Los años siguientes hubo tranquilidad sólo alterada momentáneamente por el movimiento pro-carlísta conocido por «la Ortegada» (1860), donde participó el propietario tortosino y antiguo ayudante de Cabrera Pedro Muro. La ciudad fue escenario del juicio del consejo de guerra donde se condenó Jaime Ortega, que fue fusilado (18 de abril).

La etapa revolucionaria de 1868 también tuvo eco en Tortosa. En este periodo de fuerte agitación política, tuvo desde el principio una actuación pionera en el Principado la Junta Revolucionaria instalada en Tortosa el 30.9.1868. La Junta tenía la aceptación de los militares de plaza. El brigadier B. Franch estuvo presente en el acto de su instauración y destituyó el ayuntamiento anterior. A continuación la Junta se proclamó soberana y tomó una serie de medidas que aspiraban a una verdadera democratización de la sociedad, con la proclamación del sufragio universal, la convocatoria de cortes constituyentes por sufragio, libertad de prensa, de reunión y asociaciones pacíficas y garantía de la libertad personal. También expulsó a los jesuitas y se amparó de sus dependencias y del Seminario, proclamó la libertad de conciencia, de culto y de enseñanza y destituyó los alcaldes pedáneos, el juez de paz y suplentes y el director del Instituto, y legisló sobre la enseñanza y el urbanismo; igualmente decretó la demolición de las murallas de la ciudad, restableció la milicia nacional o cuerpo de Voluntarios de la Libertad y suprimió los odiados consumos.

El día 2 de octubre la tropa de guarnición de la ciudad se pronunció a favor de la revolución y el comandante de marina proclamó su adhesión a la junta o gobierno provisional de la nación, y lo mismo hizo el capítulo catedralicio el día 9. Dentro la junta se destacó su presidente, Manuel Bes Hédiguer, significado republicano federal, que fue el impulsor de la mayoría de iniciativas detalladas. La junta provisional convirtió definitiva el 25 de octubre y al inicio de 1869 formó un nuevo ayuntamiento, después de unas elecciones, que presidió Bes Hediger. El 28.3.1869 el ayuntamiento de Tortosa pidió al gobierno la instauración de una república federal. El día 19 de septiembre, con motivo de un gran mitin republicano, se proclamó públicamente el Pacto Federal de Tortosa, firmado el 18.5.1869 y presidido por Bes Hediger.

El acceso al trono de Amadeo de Saboya (1871) no mejoró la situación, ya que el obispo Vilamitjana, defensor acérrimo del papado frente a los Saboya, aceptó participar en las elecciones de marzo de 1871 comprometiéndose públicamente contra la monarquía ( fue elegido diputado en aquella legislatura).

La proclamación de la República (1873) y el empeoramiento de la III Guerra Carlista, iniciada en 1872, no mejoraron las tensiones. El temor de un ataque carlista a Tortosa obligó a formar una milicia obligatoria ciudadana, y el 1.1.1875 el ayuntamiento republicano dimitió haciendo constar la poca ayuda recibida por el gobierno en la lucha contra los carlistas. El mismo día fue proclamado en Tortosa Alfonso XII como rey constitucional de España.

El carlismo retomó con fuerza en Tortosa después de la Revolución de Septiembre y se creó una Junta Carlista presidida por Ramón Foguet y Domingo, con A. de Wenetz como vicepresidente, y se publicaron periódicos como La Opinión del País y La Voz de la Patria. En julio de 1872 salieron carlistas tortosinos a incorporarse al ejército del pretendiente Carlos VII.

Pasado el 1874, año de mayor dureza, en el que algunos destacados carlistas fueron desterrados, la Restauración (1875) significó una pérdida de la fuerza de los carlistas. La guerra acabó en marzo de 1876 y en Navidad se abrieron definitivamente los portales, sin guardia, que habían sido cerrados en 1874.

En 1874 tuvo lugar la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII. En la primera etapa restauracionista, dominaron en la política tortosina los 2 partidos de turno, liberal y conservador. En una 2ª etapa, ya entrado el siglo XX, adquirieron más protagonismo los republicanos tortosinos, que se presentaron a las elecciones con una consiguiente bipolarización entre derecha e izquierda.

1886 EIXAMPLE DE TORTOSA

La presión urbana para expandirse extramuros continuó. Los intentos de abrir la ciudad se manifestaron en el orden municipal por la que los calafates debían desalojar el campo de los Titets, que debía ser convertido en paseo, bien que posteriormente se transformó en parque municipal. En 1878 se derribaron las murallas del Templo y de Remolinos y, 7 años después, el ministro de la guerra autorizó el ensanche alrededor de toda la ciudad, a excepción de las zonas donde estaban los castillos y fortines. Esta orden permitió el crecimiento de la ciudad a lo largo del río, a ambos lados. Un año después el arquitecto Sebastián Cabot presentó un proyecto de ensanche del Temple y de Remolinos, siguiendo el esquema de plan regular en calles anchas.

A partir de entonces la ciudad, acostumbrada a vivir recluida en la muralla, cambió sustancialmente. Las calles más importantes de la ciudad amurallada habían sido los de la Rosa, de la Merced, Moncada, de la Ciudad, etc. La vida comercial se desarrollaba sobre todo en la plaza de Baix, en la calle de la Sangre y en la plaza de Arriba. En esta zona se encontraban las casas de la nobleza tortosina y de antiguos gremios y oficios, como lo recuerdan todavía muchos nombres de calles: de Moncada, de Mercaderes, de Pescadores, etc.

Al ensancharse la ciudad la gente más influyente empezó a trasladarse a las nuevas calles, de casas más confortables, dejando la parte antigua, que quedaría habitada por clases más humildes.

En 1879 se presentó el proyecto del Mercado de Tortosa, que debía levantarse en el paseo de Ribera, y en 1884 empezó a construirse el edificio del Banco de Tortosa.

1890 TORTOSA, Reformado y acondicionado por arq. Victor Beltri y Roqueta.

El Ensanche de Tortosa, forjado a finales del s XIX y consolidado y agrandado los primeros años del siglo siguiente, si bien fue proyectado por el arquitecto Sebastián Cabot, fue desarrollado en una 2ª fase por Víctor Beltrí (1890) y Joan Abril y Guanyabens (1900, y reformado en 1924). Entre los edificios de carácter público más importantes destacan el Mercado y el antiguo Matadero, municipal. El Ensanche consta de 2 sectores netamente diferenciados y separados por la línea de ferrocarril: el Ensanche (popularmente la Ensanxe), al este de la vía, y el Ensanche del Temple, entre la vía y el río, pero extendiéndose también hasta el lugar donde estuvo el antiguo portal del Templo en el otro lado del trazado ferroviario. La avenida de la Generalitat es la vía principal que hace de enlace en este sector de ensanche, que se prolonga hacia mediodía por la carretera de Barcelona. Es en este sector donde se encuentra el magnífico Parque Municipal de Teodoro González, obra de planteamiento modernista de Joan Abril, realizada entre 1885 y 1892. En 1932 fue trasladada la antigua Lonja gótica. Muy amplio, el parque se extiende entre la avenida de la Generalitat y el río. Hay, entre otras zonas destacables, un paseo con grandes plátanos, jardines, un estanque y, cerca de la Lonja, un gran plantel de palmeras.

1908 TORTOSA

Cuando en 1914 fue nombrado alcalde de Tortosa por orden real, los republicanos presididos por Marcelino Domingo se sublevaron (8 de enero) al grito de «¡Abajo los consumos!», Incendiaron las casetas de los consumeros y asaltaron el Círculo Liberal dinástico. Se tuvo que proclamar la ley marcial, que era todavía vigente el 8 de marzo, cuando ganó las elecciones el mismo M. Domingo ante el candidato oficial.

Los republicanos tortosinos, antes de acceder al Congreso, tuvieron representantes en el ayuntamiento de la ciudad en 1915-17 que se movieron en un trasfondo de luchas y enfrentamientos entre los caciques que querían mantener los privilegios tradicionales, hombres de derecha reformista y marcel·linistes, que querían revolucionar la situación.

Otra fuerza política relevante eran los carlistas, que mantenían sus aspiraciones, con un activo círculo y representación en el ayuntamiento, y también los integristas (que tenían influencia desde que a finales de los años 70′ del siglo XIX Ramon Foguet y Domingo se había escindido de los carlistas para seguir a Nocedal). Los regionalistas de la Lliga se agrupaban sobre todo en torno a la figura de Francisco Mestre y Noé. El clero también intervino en política. Los obreros se fueron organizando paulatinamente (desde finales del s XIX había un Círculo de Artesanos muy activo, precursor de otros como el Centro de Unión Republicana o el Centro Obrero de Corporaciones). Esta efervescencia política, muy viva los años 20′, quedó paralizada a partir de la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923.

El ayuntamiento decidió de adherirse al nuevo régimen. El hombre más significativo de esta etapa fue Joaquín Bau, carlista tortosino presidente del Requeté, que fue designado alcalde en abril de 1925, y cuando se estableció el directorio civil fue jefe provincial y asambleísta nacional. Impulsó el partido de La Unión Patriótica, afín a la Dictadura, que publicó un periódico del mismo nombre desde 1925. Durante su mandato obtuvo la creación, en 1928, del Instituto de Segunda Enseñanza y de la Escuela del Trabajo y el mismo año se celebró en septiembre la primera Exposición Agrícola Alimentaria, instalada en el Parque durante 15 días. En esta época el rey Alfonso XIII visitó Tortosa (octubre de 1927). Bau fue revitalizador de un cierto particularismo tortosino que se puede resumir en la frase «Ni catalanes ni valencianos, tortosinos», y trató de conseguir una nueva provincia con capital en Tortosa.

El Eixample tiene como eje la calle hoy de Cervantes y, a principios del s XX, de la Estación, calle que iba hacia el convento de capuchinos que hubo en el lugar que ocupa la Residencia Miguel Arcángel (la antigua Residencia de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres) y que llevaba también al antiguo Hospital de San Lázaro. Es aquí donde comienza el llamado barrio de Capuchinos, que, por la izquierda de la vía y del canal, continúa hasta el antiguo cementerio, a partir del cual se encuentran la Raval de la Leche y la Loma. Sobre una colina hay, dominando todo el ensanche, el fuerte de Orleans y, cerca de él, el Seminario Diocesano, obra del arquitecto Vicente Traver y Tomás (1945-52).

La República fue proclamada en Tortosa a las 5 de la tarde del 14.4.1931. Las fuerzas políticas se agruparon en 2 grandes grupos en este período; las izquierdas, casi siempre mayoritarias y vinculadas a las distintas opciones republicanas donde participaba Marcelino Domingo, líder absoluto de los republicanos tortosinos, y las derechas, dirigidas por Joaquín Bau, líder también indiscutido de los tradicionalistas tortosinos, el grupo más fuerte dentro del ámbito diestro, al que se sumaban en ocasiones la Liga y los lerrouxistas, de menor incidencia. Las 2 tendencias tenían como órganos de expresión, defensores acérrimos de su líder y detractores del contrario, El Pueblo, diario de larga trayectoria republicana, y el Correo de Tortosa, el diario católico vinculado a Bau y el Círculo Católico Tradicionalista.

Con el alzamiento militar del 18.7.1936, se desencadenaron las tensiones. Clausurados el Círculo Católico Tradicionalista y el Centro Radical, lerrouxista; asaltadas las armerías y repartidas las armas y desde el 20 de julio empezaron a salir las partidas de milicianos. Las autoridades municipales evacuaron residencias y conventos, pero no pudieron evitar la quema de las iglesias de San Blas y Santiago, los conventos de Santa Clara, San Juan de Jerusalén, de los Dolores y del Seminario. El alcalde Berenguer pudo salvar la vida del obispo Félix Bilbao Ugarriza, que había sido detenido, y le ayudó a huir. La calle quedó en manos de los incontrolados, que esparcieron todo la violencia, y el 28 de agosto se apoderó del ayuntamiento un Comité Central que gobernó por medio de una Junta Administrativa. Los meses de agosto y septiembre fueron de duras represiones y asesinatos.

El 19 de octubre se constituyó de nuevo el ayuntamiento con Josep Tarín y Valldepérez como alcalde, pero pronto ocupó el cargo José Rodríguez y Martínez, que con un breve intervalo se mantuvo hasta la entrada de los franquistas. Los Hechos de Mayo de 1937 tuvieran en Tortosa una fuerte repercusión y la CNT, que había tenido una expansión muy fuerte desde el inicio de la guerra, controló de momento la situación. Pero el gobierno central envió desde Valencia una fuerza de guardias de asalto procedente de Castellón de la Plana y los miembros de la CNT-FAI, al saber la noticia, abandonaron las armas y huyeron.

Los bombardeos fueron frecuentes, desde el inicio de 1937, sobre los puentes y sobre la estación. Cuando el frente de guerra se fue acercando, a lo largo del 1938, se intensificaron (fue especialmente fuerte el del 15 de abril) y mucha gente huyó de la población. Desde el mismo día 15 se instalaron en Tortosa fuerzas del ejército republicano, ya retirada por la presión de los franquistas, y el día 18 los republicanos llegados en Roquetes volaron el puente del Estado, el de la Cinta y el del ferrocarril (ya dañado por un reciente bombardeo). Quedó establecido, así, el frente a ambos lados del Ebro hasta el 13.1.1939.

Iniciada la batalla del Ebro, la zona quedó más tranquila por cuanto la mayor parte de los efectivos de los ejércitos estaban presentes. Perdida esta batalla por los republicanos, la noche del 12 al 13.1.1939 se evacua Tortosa y desde la madrugada empezaron a entrar las tropas del gobierno de Burgos. La ciudad había sido, con Lleida, una de las más damnificadas de Cataluña. Empezó una dura tarea de reconstrucción, ya que los efectos de la Guerra Civil de 1936-39 habían sido dramáticos para la ciudad. Se había convertido en un gran descenso de la población motivada por los muertos de la guerra y el exilio de la intelectualidad del momento. Además, los campos habían sido muy dañados y las industrias destruidas.

1941 REGIONES DEVASTADAS

Las edificaciones propias del Eixample tortosino sufrieron muchos daños en la Guerra Civil de 1936-39 y entonces se perdió la oportunidad de establecer una planificación urbana moderna y coherente. Uno se limitó a pavimentar calles, desescombrar la ciudad y llevar agua a las fuentes públicas. La catedral, el Palacio Episcopal, el Mercado y el Matadero, así como iglesias y colegios, fueron arreglados. El barrio de pescadores fue recién derribado y en su lugar se construyó la casa de la ciudad y una plaza porticada. Culminó también en esta etapa la construcción del Seminario Diocesano.

El Proyecto de RECONSTRUCCIÓN de la Ciudad de Tortosa surge «…de la terrible destrucción, que en mayor o menor intensidad, afectó a más del 80% de sus edificios…» y comenzó con la construcción por parte del Instituto Nacional de la Vivienda de la Barriada de Ferrerías, con un primer grupo de 257 viviendas protegidas.

Mientras la ciudad y toda la comarca sufrían los efectos del racionamiento por  la política autárquica, apareció el fenómeno del estraperlo, una economía fuera del control oficial que permitió el enriquecimiento de algunos propietarios agrarios del delta y de algunos dirigentes políticos que el toleraron.

1943 TORTOSA

A mediados del s XX la situación quedó marcada por las heladas de 1950, por el cierre de muchos molinos de aceite, a consecuencia de la política llevada a cabo por la Comisaría General de Abastos, y por la reconstrucción urbana de muchos de los edificios damnificados por la guerra Civil. Por otra parte también se dio una pérdida de mercado frente a Tarragona, que recogía una buena parte de las inversiones provinciales.

1957 Chabolismo en TORTOSA

En los 60′ se intentó la modernización del ayuntamiento y se llevaron a cabo diversas obras públicas (ambulatorio, Palacio de Justicia, el parador de turismo de la Suda, etc.). El 21.6.1966 el general Franco inauguró en la ciudad el monumento a los caídos del bando sublevado en la batalla del Ebro en uno de los pilares del antiguo puente (lo que había sustituido el puente de barcas o de la Cinta) , destrozado durante la guerra y que no se reconstruyó.

1959 Tortosa

En 1964 se aprobó un Plan General de Ordenación Urbanística de Tortosa y Roquetes que, falto de bases reales y sin ser asumido por los constructores, degeneró en un caos urbanístico. En la 2ª mitad de los 60′, al tiempo que antiguas pedanías trataban de segregarse del municipio, la ciudad se expandió por el barrio de Ferreries y por el Ensanche del Temple.

1964 PGOU Tortosa

Fue entonces cuando se construyó el Polígono Industrial de Campredó, que se proyectó el de Vinallop y que el fenómeno de la 2ª residencia se fue expandiendo por los alrededores de la ciudad: Medio  Camino, San José de la Montaña, Capuchinos, etc.

1973 TORTOSA

En 2003 fue aprobado el Plan de Ordenación Urbanística Municipal, que revisaba el Plan General de Ordenación Urbana de 1986 e incidía en la recuperación del centro histórico, el impulso de grandes equipamientos y el desarrollo industrial, con la creación del polígono Cataluña Sur.

Estructura general y orgánica del territorio. POUM TORTOSA

El Plan de Ordenación Municipal de Tortosa, aprobado en 1986, ha cumplido más de 20 años de vigencia. Transcurridos estos, el Plan General del 86 aún contenía elementos plenamente vigentes, junto con otros que hacían oportuna una revisión, o actualización en profundidad de sus contenidos. Además, se cumplían los plazos fijados en las propias Normas Urbanísticas del Plan respecto la vigencia del mismo y los supuestos de revisión. Por otra parte el documento que ahora se revisa ha quedado en gran parte obsoleto y desajustado respecto las necesidades actuales de la ciudad y de su territorio del entorno.

Es un documento agotado ya que una parte muy importante de sus capacidades de crecimiento han sido agotadas con la urbanización de los últimos Planes Parciales, y por otra parte la aprobación del Plan Territorial Parcial de las Tierras del Ebro, configuran un escenario territorial más amplio en el que poder meter las propuestas municipales de la ciudad de Tortosa, y finalmente la aprobación del nuevo texto legal de la Ley de Urbanismo, aprobada el 14.3.2002, establece un nuevo marco legal de competencias a las administraciones locales y define nuevos criterios respecto a los ejes vertebradores que deben orientar el futuro crecimiento de las nuevas ciudades, que avalan aún más la necesidad de iniciar el proceso de revisión del planeamiento vinito y adaptarlo a este nuevo contexto legal y territorialEs en este contexto que el Ayuntamiento de la ciudad se plantea iniciar y afrontar el proceso de revisión del Plan General de Ordenación de 1986; que debe entenderse como una revisión ordinaria.

De hecho, la voluntad municipal de revisar el Plan General de Ordenación vigente, ya se pone de manifiesto a lo largo de 1999, y como consecuencia del análisis profundo de su evolución y aplicación, de su encaje en las nuevas situaciones coyunturales y, lo que es más importante, de su nivel de adecuación a los nuevos requerimientos estratégicos para el desarrollo de la ciudad.

En cuanto a la consulta y participación pública del Plan, el Ayuntamiento de Tortosa en fecha 24.11.2000 aprobó la exposición al público de los trabajos y documentación previa a la redacción de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad de Tortosa, que fue publicado en el BOP de Tarragona nº 9 de 12.1.2001.

Más tarde se prorrogó su exposición por decreto de Alcaldía de fecha 13.2.2001, ratificado por el Pleno del Ayuntamiento el 6.3.2001. La exposición de los trabajos quedó abierta desde la fecha de 28.12.2000 hasta el 31.3.2001.

Clasificación del Suelo. POUM TORTOSA

En el trámite de su exposición al público se han presentado un total de 1054 sugerencias. Del total de sugerencias que se presentó, un conjunto de 673 son sugerencias fotocopia, que se concentraban sobre 3 temas de afectaciones concretas del Plan: el vial de cornisa, la opción de la variante del eje del Ebro y el conjunto de afectados por la localización del nuevo recinto ferial. El conjunto de sugerencias presentadas debe ser leído como una amplia participación de la ciudad y un extenso conocimiento del documento que se elabora, ya que no sólo por la firma de las sugerencias particulares, que fue la mayoritaria, sino también por la participación de las entidades y asociaciones de vecinos.

Los trabajos del POUM fueron aprobados inicialmente en el Pleno extraordinario del Ayuntamiento de Tortosa el 21.2.2003 y sometido a información pública durante 2 meses, desde el día de su publicación en el BOP de Tarragona nº 52 de 4.3.2003, y prorrogada, la exposición al público, posteriormente por acuerdo de Pleno extraordinario del Ayuntamiento de Tortosa de 28.4.2003, publicado en el BOP de Tarragona nº 102 de 5.5.2003, hasta el 6.6.2003.

Durante este periodo, de exposición al público, se presentaron un total de 1.250 alegaciones. A estas hay que añadir el conjunto de alegaciones presentadas fuera de plazo, desde la fecha final del período de exposición pública hasta el 30.11.2003 hasta la fecha de redacción del informe de alegaciones, resultando un total de 1.254. Después del 4.8.2005, se han recibido un total de 66 alegaciones que se han valorado.

Estructura general y orgánica. POUM TORTOSA

Sin embargo, de la notificación de la aprobación inicial y la solicitud de informe correspondiente realizada a los organismos competentes y corporaciones locales limítrofes con el municipio de Tortosa, que de acuerdo con lo señalado en la legislación vigente están implicados en la tramitación de la aprobación del Plan Municipal, se han recibido en el Ayuntamiento de Tortosa un total de 10 informes de los 22 solicitados.

Entre la aprobación inicial del Plan y su aprobación provisional han pasado mas de 2 años, y el motivo dilatado de este tiempo ha sido entre otros motivado por 5 factores:

  1. La celebración de las elecciones municipales el 25.5.2003, que coincidió con el periodo final de la exposición al público del período de la aprobación inicial y supone un cambio en la composición del consistorio de la ciudad de Tortosa, tal y como está compuesto en el momento de la aprobación provisional
  2. La redacción por parte de la oficina del Plan de los documentos de los Planes Parciales Portales de Ciudad Norte y Centro, que han sido aprobados ya definitivamente, y que suponen cerrar un periodo largo de un proceso complejo, sobre una de las acciones estratégicas del POUM como es la definición del planeamiento derivado que ordenará la principal avenida de entrada a la ciudad, y en la que hay un conjunto de actividades ya consolidadas, y sobre las que el planeamiento, en la modalidad de cooperación ya tiene definido un modelo, una sección y unas volumetrías definidas.
  3. La redacción de los convenios urbanísticos que acompañan este Plan y que tienen un valor estratégico muy importante en la construcción del modelo, ya que por una parte suponen un significativo incremento de la reserva del número de viviendas protegidas que surgirán de este Plan y por la otra han supuesto el desbloqueo de un territorio nada fácil para la gestión, por su elevado grado de desmenuzamiento parcelario y por la dimensión absoluta de la superficie de suelo que supondrá la puesta en juego del sector de la huerta de San Vicente
  4. La elaboración del Plan Integral del Casco Antiguo de Tortosa (PINCAT), un documento de capital importancia para la definición de las acciones y la dotación de recursos para atender la recuperación del centro histórico. El pinzas, ha sido recogido recientemente en la 2ª convocatoria de las ayudas de la conocida con el nombre de la Ley de Barrios, con una cuantía significativa de recursos, que deben permitir continuar más intensamente, en los próximos años, la mejora de calidad urbana del espacio más significativo por historia y patrimonio de la ciudad.
  5. Finalmente, la aprobación a finales del año 2004, por parte del nuevo Gobierno de la Generalidad de La Ley de modificación de la Ley 2/2002, de 14 de marzo, de Urbanismo, para el fomento de la vivienda asequible, de la sostenibilidad territorial y de la autonomía local, ha comportado la necesaria adaptación del POUM, a las nuevas determinaciones que dimanan de dicho documento legislativo, y que han supuesto mejoras respecto a las opciones generales de este Plan.

Las diferentes modificaciones y ajustes introducidos en el trámite entre la aprobación inicial y la provisional, no suponen ninguna modificación sustancial del modelo inicialmente aprobado, y al contrario son un reforzamiento de las estrategias y de las opciones principales que en la aprobación inicial se recogían.

El documento del POUM se fundamentó en base a los documentos de información urbanística elaborados en la Oficina del Plan y los servicios técnicos del Ayuntamiento de Tortosa, los estudios complementarios, en particular los trabajos sobre el catálogo y el patrimonio arquitectónico de la ciudad y el trabajo sobre el suelo no urbanizable (anexas a la documentación del Plan) así como los documentos de información de referencia contenidos en la documentación de información y propuesta del Plan Territorial Parcial de las Tierras del Ebro, que documentan ampliamente la parte de la información que debe contener cualquier documento de Plan.

La revisión del Plan General de Tortosa parte de las consideraciones siguientes, fundamentales para enmarcar el contexto sociocultural en el que se produce su discusión:

– La constancia de la vigencia de las propuestas respecto al dimensionado general de la ciudad que se incluye en el Plan Territorial General de Cataluña y en el Plan Territorial Parcial de las Tierras del Ebro, como marco referencial de un ordenamiento urbanístico del conjunto de los sistemas urbanos y territoriales en Cataluña en conjunto y de las comarcas del S en particular y de las orientaciones sobre el desarrollo demográfico previsible en el horizonte de los 20 años próximos.

– La conciencia de que las nuevas directrices del planeamiento deben tomar una especial atención a las cuestiones que se refieren al contenido cultural y patrimonial de esta ciudad, ya que en las mismas se fundamentan gran parte de las razones que le dan el valor de capitalidad del sur catalán, en la ciudad de Tortosa.

– El contexto de la revisión del Plan, se sitúa en el interés de desarrollar una actualización de la ordenación integra del territorio, de manera que el urbanismo a desarrollar se base en principios de sostenibilidad y de calidad ambiental, para que la calidad territorial repercuta significativamente en la calidad de vida de los ciudadanos y en el reforzamiento del equilibrio social con respecto al acceso a los servicios de la ciudad, y de la preocupación por el mantenimiento y desarrollo de los valores del medio rural y del medio natural que lo rodean.

– La consideración de que la realidad municipal de Tortosa presenta una característica plurinuclear propia, con un centro urbano consolidado en torno a la ciudad que se ha desarrollado en parte y parte de río, y un conjunto de realidades urbanas diferenciadas que constituyen asentamientos estables y con servicios y dotaciones propias: Jesús, Campredó, Bítem, Reguers y Vinallop

Las opciones del Plan se desarrollarán, pues, dentro de 4 directrices estratégicas, expuestas en el avance de planeamiento:

1. La incorporación del patrimonio arquitectónico y ambiental de la ciudad como un elemento clave de la nueva ordenación del Plan Municipal. La preservación y conservación del conjunto patrimonial de la ciudad debe pasar a tener un protagonismo singular en la ordenación que emane del nuevo Plan. Esto conlleva una atención especial a la revisión del catálogo de edificios y conjuntos urbanos y rurales de carácter histórico, artístico y ambiental de la ciudad de Tortosa, que forma parte de la documentación de este Plan.

2. La reorientación del modelo de crecimiento y del proyecto de ciudad, que tienda al reequilibrio de las partes y al reforzamiento de la calidad urbana del área central. El Plan hace una apuesta firme por la distribución estratégica de las principales piezas que deben incorporarse al proceso urbano del de los próximos años, a la vez que pone una atención particular a los proyectos concretos del centro de la ciudad. Al mismo tiempo, la reorientación del modelo tiene una aplicación concreta en los núcleos urbanos que forman esta ciudad polinuclear, en el sentido de definir y concretar en cada núcleo alternativas de crecimiento que responden a las condiciones particulares de cada caso

3. La diversificación de las actividades productivas, que incluya tanto la localización como la tipología de las mismas, conscientes de que este es uno de los principales instrumentos que deben posibilitar hacer lo necesario salto de escala que le corresponde a la ciudad como capital de las tierras del sur de Cataluña. La apuesta pasa por una definición de los espacios productivos y por la red de comunicaciones, viaria y ferroviaria que deben servir las mismas y el conjunto del territorio.

4. La potenciación de los espacios libres y del suelo no urbanizado. La cantidad y calidad del término municipal y la presencia rica de espacios y unidades de paisaje, deben hacer de esta componente un elemento de calidad del conjunto, incorporando un doble nivel de criterios, por una parte la definición de los elementos estructurantes de este conjunto de espacios: el río, los espacios de interés natural y los conectores; y por la otra parte la clasificación y regulación del resto de áreas que conforman el conjunto del término municipal

TORTOSA. Trama Urbana Consolidada

El Texto Refundido vigente desde 2007 fue publicado en DOGC nº 4992 de 22.10.2007.

Hoy Tortosa, tiene una población de 33.445 habitantes y un parque de 18.688 viviendas. Recupera su centro antiguo, siguen descubriendo nuevos datos de una historia tan importante como tiene y presenta el nuevo proyecto ganador que preve integrar los restos arqueologicos localizados en la zona y convertir el espacio en un mirador de cara al río Ebre, además de reconfigurarse como la puerta de entrada al casco antiguo de la ciudad. Aún tiene secretos por descubrir…


Cada mercado es local.

Cada municipio tiene su singularidad.

Cada municipio se retrata en su parque residencial.


Seguiremos analizando en próximas entregas los 350 municipios mayores de España